La leyenda de la Cueva de la Bufa

31 de julio, la fiesta popular de Guanajuato, donde la alegría se desborda jocunda y contagiosa en el pueblo minero. Es el día de campo que hay que disfrutarlo en el Hormiguero, en cuyo lugar se canta, se baila y se bebe; y donde también hay que esperar el aguacero de la tarde para que las manchas echen a perder sus vestidos de seda que lucen en esa fiesta, pues es costumbre esperar la llegada del agua cuyos truenos la anuncian por el rumbo de Sirena, para bajar a Guanajuato todos mojados empuñando en una mano la botella de mezcal y en la otra la guitarra.

En esa fecha es cuando se revive la tradición de la niña encanta de la Cueva de la Bufa, pues si alguien se atreve a ir hasta ella y guiarla en el silencio hasta Guanajuato, puede escuchar claramente el voltajeo de las esquilas de la iglesia de La Compañía y el grave sonido de la campana de la Parroquia, cuyo repiques vienen de lo más profundo de esa gruta embrujada.

En una de esas fiestas se encontraron dos compadres a quienes les aguijoneó la curiosidad de bajar a ese abismo encantado. Pero antes de emprender su arriesgado viaje bebieron algunas copas a la salud de su buena suerte, despidiéndose enseguida de sus familias que allí se encontraban, ofreciéndoles regresar pronto.

Al llegar a cierta profundidad descubrieron que se encontraba otro Guanajuato, de acuerdo con la tradición que había sido de sus antepasados, donde las casas eran de plata y las calles tapizadas de oro.

Todo aquello estaba solitario y silencioso… pero apenas la codicia empezó a tentarles el deseo de robar algo de esos tesoros, comenzaron a escuchar gritos desgarradores que venían de lo mas profundo de la gruta, que semejaban bramidos espantosos de tormenta y alaridos de animales fabulosos que hacían estremecer la oquedad.

Sobrecogidos de espanto, ya se disponían a regresar hacía afuera, cuando se les pareció una hermosa niña, envuelto su cuerpo en una nube blanca, rogándoles que la salvaran de ese centro donde estaba condenada a vivir prisionera para siempre, y la llevaran ante la Virgen de Guanajuato para que la liberara de ese maleficio, y en cambio de ese favor les daría todas las riquezas guardadas allí.

Creyendo fácil la tarea uno de los compadres se la cargó en la espalda, mientras el otro quedaba esperando el regreso alucinando por los tesoros que le rodeaban.
La única condición que te pido, es que no vallas a voltear tu vista hacía atrás
-le suplicó aquella beldad.

El compadre con su preciosa carga iba ya camino de Guanajuato, forjándose en su mente miles de proyectos para el disfrute de tanta riqueza, pero al entrar a la población comenzó a escuchar exclamaciones de terror que proferían los transeúntes que pasaban a su lado, cuyos gritos hacían sentir mas pesada la carga que llevaba:


-Mira, ¡que horror!. Ese hombre se ha vuelto loco, y lleva cargada una horrible serpiente.


-¡Cuidado! Que ese monstruo infernal va a picarle.
-A lo mejor está borracho y fue a desencantar a la niña de la Bufa-


Ante los continuos gritos de espanto que escuchaban en su camino, y temeroso de que fuera cierto lo de ese animal, volteó hacia atrás, y alcanzó a ver un enorme dragón que vomitaba lumbre por el hocico y las fauces, causándole este un terror que rayó en la locura, cayendo al suelo sin sentido. La espantosa serpiente desapareció envuelta en medo de una bocanada de humo espeso que arrojó el animal, tomando luego el camino de la Bufa.
Cuando el hombre volvió en sí, sintió como si despertara de un letargo en que lo habían sumido espíritus extraños, todo su cuerpo estaba tembloroso y lo invadía un sudor frío.

Al reponerse un poco les contó lo ocurrido a los curiosos que le rodeaban.

En seguida se encaminó para su casa, porque quería relatarles el suceso a sus familiares que deberían estar ya de regreso de la Bufa, pues ya era de noche porque alcanzó a distinguir los faroles de la calle que parpadeaban y los luceros del cielo cintilaban. Pero al llegar a su casa una cara desconocida abrió la puerta diciéndole:

-Aquí no viven las personas que usted busca.
Desde mis abuelos estamos poseyendo y habitando esta casa, que fue comprada a una mujer viuda, cuyo marido desapareció en la Bufa por querer desencantar a Guanajuato, según tradición de mis mayores, desde hace más de un siglo.

Y el pobre compadre quedó anonadado ante el relato de aquel extraño individuo que habitaba su casa. Habiendo comprendido entonces que en verdad estaba encantada aquella gruta donde vio a Guanajuato y que permaneció por varias horas en aquellas profundidades, habían sido de más de cien años acá afuera, comprobando esto con las nuevas costumbres y modos de los habitantes.

El otro hombre que permaneció allá adentro, esperando el regreso de su compadre, fue convertido por el brujo de las cumbres en una enorme roca, que desde entonces cerró a los ojos de los mortales el camino de la ciudad encantada, que se encuentra en lo mas profundo de esa gruta misteriosa, donde está prisionera para siempre la bella diosa de la Aurora

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