Gran espanto provocó un extraño fenómeno entre la gente del siglo XIX: millones de grillos cayeron sobre la ciudad
Los insectos tapizaron las calles, las plazas y recónditas habitaciones
–Atribuyéndolo a un prodigio, muchas mujeres recurrieron a las plegarias y a la exposición de imágenes consagradas
Sorpresivamente, millones de grillos invadieron la ciudad de Guanajuato, obligando a toda la gente a cerrar puertas y ventanas.
A más de uno se le entumecieron las piernas por el gran espanto que provocó este extrañísimo fenómeno, ocurrido el 30 de junio de 1862, dos años después de que los religiosos fueran expulsados de sus conventos y muchos templos fueran cerrados por la promulgación de las leyes de Reforma, las que dejaron profundamente impresionada a la gente de Guanajuato.
“Notable fenómeno lo ha sido el que presenció esta capital la noche la noche del lunes próximo pasado (30 de junio de 1862)”, consignaron las autoridades en el Boletín Municipal de aquel día.
La lluvia de grillos, copiosa sobre toda ponderación, cayó sobre la ciudad pocos minutos después de las ocho de la noche.
“El día estuvo enteramente nublado; pero poco lluvioso, pues sólo cayeron algunas lloviznas cosa de las tres de la tarde. Hasta las ocho de la noche nada ocurrió notable, pero a esa hora una espesa nube, compuesta por millones de grillos, descendió sobre la ciudad, llenando las calles y las habitaciones”, se informó mediante la publicación gubernamental.
Una densa nube formada por millones de estos insectos descendió sobre todo el centro, sin alcanzar el Jardín del Cantador ni la Presa de la Olla.
A estos insectos de antenas y patas largas, y que buscan la luz fluorescente, se les vio sobre las paredes de las casas e inclusive dentro de las más recónditas habitaciones.
Gracias a ese viejo documento se sabe que tapizaron las calles, las plazas y los edificios, lo cual provocó altos niveles de alarma entre la población.
“Gran alarma ocasionó el acontecimiento: las personas que transitaban por las calles huyeron azoradas”, se asentó en el comunicado oficial.
Atribuyéndolo a un prodigio, muchas mujeres recurrieron a las plegarias y a la exposición de imágenes consagradas.
Con teas encendidas, los vecinos recorrieron todas las calles, procurando exterminar esa ominosa plaga, sin embargo, cualquier esfuerzo fue en vano. Había grillos dentro de las ollas para preparar los alimentos, en el interior de las cisternas, por todos lados.
Estos insectos, de aspecto inofensivo, se posaban a raudales sobre las personas y los alimentos, transmitiendo gran cantidad de peligrosas bacterias a través de sus patas, puesto que éstas se habían ensuciado con aguas negras y basura. También dañaron la ropa, las cortinas y los muebles, ya que se alimentan de cosas hechas con algodón, lino, lana y seda, además de plantas desintegradas, hongos, alfalfa, trigo, avena y centeno.
Como pertenecen a la especie de los ortópteros –insectos masticadores–, la preocupación de los guanajuatenses se elevó por los cielos cuando los vieron dentro de roperos o armarios.
Según el mismo Boletín Municipal, “el martes había ya disminuido notablemente, aunque no desaparecido del todo”.
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