Rogelio González Cornejo

Me lo contó Alfonso, habitante de Tarimoro, Gto., cerca de Salvatierra donde se han suscitado, como en todo el estado, muchos hechos delictivos. A propósito de eso me decía un soldado: “sabemos dónde están los delincuentes, quiénes son y sus campos de acción, pero no nos dejan actuar”. Bueno, pero ese es otro tema.

Origen del trauma

Para no despotricar por este tipo de no acciones de las autoridades estatales, volvamos con Alfonso. Me dijo que el origen de su trauma era porque, buscando un tesoro entre la serranía de Los Agustinos y el mítico cerro de Culiacán, había visto a un lobo blanco enorme y desde entonces era muy temeroso de los perros y de cosas paranormales. Estuve a punto de desechar, por inverosímil su historia, pero creo que no podía mentir porque estaba en terapia y deseoso de sanar un trauma de su juventud. Lo dejé hablar mientras le aplicaba la técnica apropiada para sanar este tipo de condiciones sicológicas.

Requisitos para sanar

Le advertí lo de siempre al empezar. Los resultados no dependen uno, esos resultados son el producto de lo que trabajemos en este objetivo. Dejemos hacer su trabajo a la energía del universo, pues teniendo terapias regularmente y seguir repitiendo tu mantra de la manera como se te indica. Esto puede ser en una o más sesiones; eso lo decides tú.

Origen del trauma

“Mi hermano y yo, (me siguió contando Alfonso) éramos buscadores de tesoros en nuestra juventud. Con todo el ímpetu, osadía e imprudencia de nuestra edad, nos fuimos a un lugar donde unos parientes nos indicaron que había un tesoro. Tomamos nuestras herramientas, agua y algo para comer. Íbamos con la emoción a flor de piel. Llegamos al sitio indicado y, ‘sin más ni más’, empezamos a escarbar. El enorme esfuerzo que realizábamos se veía compensado por la ilusión de encontrar el dinero. Nos llegó la tarde y seguíamos en nuestra ata-reada labor. Nos turnábamos los roles a veces uno escarbaba y el otro sacaba la tierra. Así nos la pasamos hasta que casi oscurecía”.

La pesadilla comenzó

“Al ruido producido por nuestras herramientas se sumaron más sonidos propios del campo al anochecer: graznido de cuervos, ulular de búhos, canto acompasado de grillos, croar de ranas y a lo lejos el atemorizante aullido de supuestos coyotes… El temor se fue apoderando de nosotros y ambos dejamos de laborar y nos agazapamos en el hoyo que habíamos hecho. Los aullidos se oían cada vez más cerca. Desde nuestro escondrijo pudimos vislumbrar una figura blanca que se acercaba cada vez más”.

Siniestra figura

“Nuestro valor anterior se fue convirtiendo en terror cuando, por sobre el agujero en que estábamos escondidos, se asomó un jadeante rostro de enorme perro de color blanco. Sus ojos destellaban un tono rojizo tenebroso, el resto del rostro estaba cubierto de hirsuto y desordenado pelo blanco, babeaba y gruñía amenazante. Mi hermano y yo dimos un brinco enorme para salir y empezar a correr desaforadamente, el lobo o lo que fuera esa cosa, nos seguía amenazante muy de cerca, a lo lejos divisamos una zanja y corrimos hacia ella, la brincamos como pudimos y el monstruo aquel que casi nos daba alcance, se detuvo abruptamente y luego se fue a bordear la zanja para alcanzarnos y eso nos dio tiempo para alejarnos más y más”.

Lección aprendida

“Llegamos al poblado más próximo y ambos guardábamos silencio pensando si todo había sido producto de nuestra imaginación o era realidad. Lo único que teníamos claro era que ya no volveríamos a seguir con ese tipo de aventuras”.
¿Quieres participar, amigo lector?, Puedes enviarnos tu experiencia si has vivido tú o un conocido una historia de espantos o sugerir algún tema de tu agrado dentro de lo paranormal sucedido en: panteones, morgues, funerarias, carreteras, hospitales… Para esto puedes comunicarte a esta publicación directamente o a mi celular 473-103-95-53.